Os lo voy a confesar: hace un par de semanas dejé un libro cuando solamente había leído la mitad. Y voy a ir todavía más lejos: no era la primera vez que lo hacía y muy probablemente no será la última.
Sí, ya sé que no es precisamente como si hubiese confesado haber asesinado a Kennedy, que es algo que todos hemos hecho en algún momento de nuestras vidas y que no se para el mundo por ello. Pero a mí me hace sentir fatal.
Muchos lectores hemos intentado escribir algo a lo largo de nuestras vidas, yo sin ir más lejos tengo el portátil a rebosar con mis muchos intentos de novelas que por A o por B siempre se quedan sin terminar porque me atasco o me aburro y las dejo. Lo que quiero decir con esto es que somos muy conscientes de todo el trabajo que hay detrás de un libro, no solo a la hora de escribirlo sino que también es muy costoso lograr que una editorial lo llegue a publicar (de ahí el auge de las novelas autopublicadas).
Una novela, por pequeña que sea, es algo que ha costado un gran esfuerzo a una persona, algo en lo que ha puesto toda su ilusión, su tiempo y su corazón. Es el producto de horas sin dormir y de frustraciones por no poder dar al último capítulo el giro que se merece. En definitiva, un libro es mucho más que papel y letras, es una parte de la vida de su autor, una parte muy importante.
Llamadme petarda si queréis, pero me revienta dejar un libro a medias al pensar en todo lo que ha invertido el autor en crearlo. Me crea la misma sensación que ir al parque, acercarme a una madre al azar y decirle "oye mira, que tu hijo es feo". ¿Quién soy yo para despreciar el trabajo de otros? Nadie, y menos teniendo en cuenta que jamás he llegado más lejos de 40 páginas escritas.
Por eso aunque la historia no me esté gustando siempre trato de apretar los dientes y terminarla. Porque, quién sabe, a lo mejor de golpe y porrazo la cosa cambia y la trama se vuelve insuperable y acabo teniendo en mis manos la mejor novela jamás escrita. Porque se lo debo a ese autor desconocido. Porque sí, y punto.
Pero claro... es muy bonito decirlo, pero no tan sencillo cumplirlo. Y siempre acabo por rendirme y dejar el libro a medias, aunque me sienta mal, aunque pueda estarme perdiendo la mejor historia del mundo. Lo mejor del asunto es que a veces soy capaz de autoengañarme y decir "no, lo voy a dejar ahora pero la semana que viene lo retomo y lo acabo". Ya, claro, buen intento bonita. Ese libro no lo vuelves a coger en la vida. Porque, como dijo el filósofo Schopenhauer, "la vida es demasiado corta para leer malos libros".
Qué poco me gusta esa frase, siendo sinceros. No creo que existan los libros malos, simplemente hay libros que no son para nosotros, que están hechos para otra clase de lector, otra clase de persona. Por eso creo que a partir de ahora voy a recomendar también esos "libros malos", aquellos que no he sido capaz de terminar, pero desde luego no para evitar que otros los lean, sino para todo lo contrario. Una manera de dar una segunda oportunidad a una historia que a mí no me ha podido convencer pero que seguro que encontrará a alguien que se la merezca mucho más que yo.
De todos modos, a veces casi es mejor dejar la lectura a medias en lugar de encabezonarse en terminarlo a toda costa. Porque, ¿qué puede pasar en esta situación? Que al final el libro no tenga el giro maravilloso que lo arregle todo y que hayamos perdido nuestro tiempo con una novela que al final, no nos ha gustado nada de nada y nos ha dejado muy mal sabor de boca. Entonces sí que la ponemos verde a la menor ocasión, intentando evitar por todos los medios que otros cometan el mismo error que nosotros y la lean. Y eso sí que no se lo merece ningún autor.
Así que creo que en adelante seguiré dejando lecturas a medias aun a riesgo de estarme perdiendo una novela de categoría antes que llevarme un chasco del quince y cogerle miedo a todas las obras futuras de ese autor. ¿Vosotros cómo lo véis, lectores? ¡Nos leemos!