domingo, 7 de febrero de 2016

El sabor de tus heridas - Victoria Álvarez







Título: El sabor de tus heridas
Autor: Victoria Álvarez
Editorial: Lumen 
Saga: Dreaming Spires
         1. Tu nombre después de la lluvia (reseña)
         2. Contra la fuerza del viento (reseña)
         3. El sabor de tus heridas






Hace un par de veranos, tuve la suerte de poder leer Tu nombre después de la lluvia, obra que me enamoró desde la primera palabra hasta el último punto. Hoy, os traigo la reseña del último miembro de la trilogía que comenzó con dicha novela. Toca despedirse de mi adorado Lionel, del romántico Oliver y del sensato profesor Quills. Si no habéis leído ninguno de los libros de la trilogía, tranquilos, esta es una reseña LIBRE DE SPOILERS. Y, si os gusta lo que os cuento aquí, siempre tenéis la oportunidad de adentraros en los libros anteriores de Victoria, por ejemplo en su primera historia, Hojas de dedalera

Sinopsis oficial
Cuando llega la Navidad de 1909, los integrantes de la revista Dreaming Spires se han dispersado. Cae la nieve en los tejados de Oxford, pero los ánimos distan mucho de ser alegres, y los problemas no han hecho más que empezar. Chloë, la hija de Oliver, es secuestrada en Nochebuena, y la señorita Stirling acude a Lionel, huyendo de unos hombres que intentan asesinarla: ha llegado el momento de ponerse en marcha.
Nuestros héroes emprenden una aventura que primero los llevará al París de principios de siglo y luego hasta la ciudad balneario de Karlovy Vary en Bohemia. Pero hay más: el viaje los obligará también a cruzar las fronteras del tiempo. Entre 1909 y 1524, ente amenazas del presente y espíritus del pasado, Alexander, Lionel y Oliver tendrán que enfrentarse a la resolución de un último misterio. En ello se juegan mucho más que el prestigio de su revista: es su vida la que cuelga de un hilo, y falta poco para que se rompa...

Desde la primera página, el lector es plenamente consciente de que se avecina el gran final. Así como en las otras dos novelas flotaba un aire alegre, sobre todo gracias al personaje de Lionel, en El sabor de tus heridas nos encontramos un ambiente oscuro y triste desde el primer momento. Han pasado cuatro años desde los acontecimientos de Contra la fuerza del viento y ninguno de nuestros protagonistas se ha repuesto. El trío de Dreaming Spires se ha distanciado, cada uno acechado por sus propios demonios, pero volverán a reunirse cuando el príncipe Dragomirásky mueva ficha. Este movimiento tan repentino como inesperado hará que los tres protagonistas tengan que ponerse en movimiento y se enfrenten a la última aventura juntos. 

Para esta ocasión, Victoria rompe con el esquema al que nos tenía acostumbrados hasta ahora. Es decir, en lugar de tener a nuestros protagonistas persiguiendo un misterio de carácter sobrenatural los veremos luchando por sus vidas y por comprender el gran misterio en el que se encuentran inmersos desde que conocieron a la señorita Stirling en Irlanda. Así, en lugar de ese afán investigador y la ilusión por escribir un buen artículo para su periódico, nos encontraremos con un aura de tristeza, miedo y desesperación impregnando las páginas de la historia. Por supuesto, esto no está reñido con la esperanza o el amor, de manera que nos encontramos con una novela muy completa que transmite una gran variedad de sensaciones, acrecentadas por el hecho de que ya conocíamos a los protagonistas y hemos creado un fuerte vínculo con ellos a lo largo de estos tres libros. 

Siempre he creído que se sabe que una saga es buena cuando sus personajes evolucionan. Los libros en los que los protagonistas se mantienen estáticos e imperturbables me resultan poco creíbles; un buen escritor sabe que sus criaturas son como una espada en la fragua, van cogiendo forma con los golpes del martillo. Si seguimos este criterio, no cabe duda de que El sabor de tus heridas es una buena novela, ya que la oscuridad de la que hace gala el inicio de la historia afectará a las personalidades de los personajes, en especial a Lionel, Oliver y la señorita Stirling. No obstante, también debo señalar que, si bien los cambios sufridos por los personajes masculinos me han resultado muy realistas y naturales, el de Stirling me ha parecido un poco más brusco. No he terminado de creerme a esta nueva señorita Stirling, para mi gusto el personaje ha perdido mucha fuerza, y eso que tenía motivos de sobra para sacar fuerzas de donde fuese. 

Muchas de las novelas ambientadas en el siglo XX son simples historias de amor a las que se ha introducido un misterio flojo en un vano intento de dar sustancia al libro, pero que en realidad no engañan a nadie. La saga Dreaming Spires no cae en este juego absurdo. El sabor de tus heridas es una historia muy completa, en la que podemos encontrar amor, dolor, intriga, tensión, fantasía y realidad. Todos los elementos casan a la perfección y componen una historia con sabor añejo que podría haber sido escrita sin ningún problema en el propio siglo XX, gracias a la excelente y cuidada prosa de Victoria, que no comete errores de principiante como por ejemplo utilizar vocabulario actual. 
Victoria Álvarez vuelve a hacer gala de su admirable capacidad descriptiva, construyendo escenarios tan envolventes que cuando el lector cierra el libro se sorprende al descubrir que no está en una cripta o en una triste pensión en los barrios bajos de Oxford. Trata con mimo hasta el más ínfimo detalle, dejando traslucir el gran trabajo de investigación que ha llevado a cabo. Soberbia, como siempre. 

Cerraré mi reseña destacando uno de los elementos que más me gustan de las novelas de Victoria. El lector atento podrá reconocer nombres u objetos que le resultarán muy conocidos si está familiarizado con el resto de obras de la escritora. Estos pequeños "cameos" dan la sensación de que todas las historias de la autora forman parte del mismo gran universo y sacan una sonrisa al descubrirlos. Si os digo la verdad, lo que más me gusta de esto es que es posible que, cuando abra la próxima novela de Victoria se mencione el nuevo libro de lord Silverstone o se hable de pasada de las andanzas del señor Lennox. Casi parece que los personajes estén vivos, continuando con sus andanzas aunque ya no estén en el centro de los acontecimientos. 

Con El sabor de tus heridas, Victoria Álvarez pone punto y final a la trilogía protagonizada por tres amigos de Oxford unidos por su afán por desentrañar misterios. Su última aventura cuenta con todos los ingredientes necesarios para dar lugar al gran final que los lectores merecen, donde todos los secretos saldrán a la luz y los protagonistas lucharán por sus vidas y por las de aquellos a quienes aman. La delicada prosa de Victoria es un regalo para los sentidos. Sinceramente, yo leería hasta la lista de la compra de esta mujer, que seguro que también le queda preciosa. 





lunes, 1 de febrero de 2016

La Daga de la Ceguera - Brent Weeks







Título: La daga de la ceguera
Autor: Brent Weeks 
Editorial: Fantascy 
Saga: El Portador de la Luz
         1. El Prisma negro (reseña aquí)
         2. La daga de la ceguera
         3. El Ojo Fragmentado






Ya os hablé en su día de la nueva saga de Brent Weeks llamada El Portador de la Luz (si no habéis leído mi reseña, hacedlo, malditos, ¡hacedlo os digo!). Brent es uno de mis autores favoritos, así que no soy demasiado imparcial con sus obras, pero soy muy sincera cuando digo que El Portador de la Luz me gustó incluso más que su anterior trilogía y opera prima, El Ángel de la Noche. Así que en Navidades me autorregalé (soy muy aficionada a los autorregalos, qué pasa) la segunda parte, titulada La Daga de la Ceguera, y me la ventilé en cosa de tres días. 
Como siempre, podéis leer tranquilos porque esta es una reseña LIBRE DE SPOILERS, así que si todavía no habéis empezado la saga, o ya lo habéis hecho pero no habéis leído la continuación, tranquilos, no voy a destripar el argumento. 

Sinopsis oficial
Gavin Guile pensaba disponer de cinco años más de existencia como Prisma, y ahora resulta que le queda menos de uno. Con cincuenta mil refugiados a su cargo, por no hablar de un hijo ilegítimo que hay que formar en las artes mágicas y una ex novia que bien podría haber descubierto su más oscuro secreto, le llueven los problemas.
De repente, la magia en todo el mundo está fuera de control, y este caos amenaza con acabar con las Siete Satrapías. Peor aún, los dioses antiguos están a punto de renacer, y sus ejércitos parecen imparables. Tal vez el único camino para la salvación sea arrojar luz sobre la mentira que rige la vida de Gavin desde hace dieciséis años.
Los problemas de Gavin no dejan de multiplicarse. Tras los acontecimientos a los que tuvo que hacer frente en Garriston, se merece unas largas vacaciones en algún lugar soleado. Pero eso no está al alcance del Prisma. No se han alejado ni unos metros de los restos de la batalla cuando ya deberá hacer frente a un terror legendario. Brent Weeks no da un respiro a su protagonista, pero tampoco a sus lectores, a los que lanza de cabeza a una situación frenética y peligrosa sin molestarse en hacer un resumen de los hechos anteriores. Nada, eso es para escritores pusilánimes, un buen writer fucker (nombre registrado) no se anda con monsergas y empieza una historia por todo lo alto. 
Para Kip tampoco será un camino de rosas, y es que se verá solo en un lugar hostil, teniendo que hacer frente a pruebas para las que no está ni remotamente preparado, encontrándose de cara con extraños misterios y siendo objeto de las atenciones nada cariñosas de cierto miembro del Espectro. Por si fuera poco con su complejo de inferioridad y con la necesidad que tiene de un padre como Orholam manda. 
Si en mi reseña de la novela anterior os decía que la trama hacía las delicias de cualquier aficionado a las intrigas palaciegas y a las buenas escenas de peleas, en esta segunda parte también nos vamos a encontrar con ambos ingredientes, pero por supuesto Weeks sabe ir más allá y nos trae algo que podemos resumir en adictivo. La historia engancha, eso es un hecho innegable. Gavin seguirá inmerso en su partida de ajedrez con el resto de miembros del Espectro, pero un jugador inesperado decidirá cambiar las normas y plantar batalla en las sombras de un modo endiablado. Para ello, no dudará en acercarse al hijo bastardo de Gavin y hacerle la vida imposible, ya que estamos. 
Este conflicto en principio político será utilizado por Weeks con maestría para introducir nuevos elementos de carácter mágico que ya habían sido presentados en el libro anterior y que yo personalmente estaba deseando conocer en profundidad. Y ya os adelanto que mis deseos no han sido satisfechos. Puedo imaginarme a Brent Weeks riéndose como un descosido mientras escribía esta historia, desgranando con cuentagotas los detalles justos y necesarios como para mantener a sus lectores comiéndose las uñas durante todas las páginas. Las piezas del puzzle son tan minúsculas que es imposible saber cuál es la imagen completa, y justo al final, nos muestra la pieza central, pero pese a ello... seguimos sin saber ni idea. Maldita sea, Weeks, eres bueno. Endiabladamente bueno. Si el final de El Prisma negro ya te dejaba golpeándote contra las paredes de impaciencia, el final de La Daga de la Ceguera es para hacerlo cogiendo el doble de carrerilla. 

Gavin sigue siendo el amo y señor de la novela. Con sus luces y sus muchas sombras, este protagonista tendrá que verse obligado a exprimir sus recursos al máximo para hacer frente a los nuevos problemas con los que se encuentra. En esta segunda parte, Gavin tendrá que hacer malabarismos con muchos más secretos pero mientras sigue manteniendo su fachada perfecta, su perenne engaño, algo que le va a costar mucho, pero que mucho esfuerzo. Esos tintes de miedo y desesperación que adquiere conforme avanzan las páginas enriquecen a un personaje que ya de por sí estaba perfectamente construido, creando una bestia literaria arrolladora y fantástica. 
Kip es uno de los personajes que más me ha gustado en esta novela, aunque en la anterior parte no le presté demasiada atención. Sí, era un chaval gracioso que caía simpático, pero sus páginas solo quitaban espacio a las partes del fabuloso Gavin y la genial Karris, así que las leí con un poco de impaciencia. Pero a través de los ojos de Kip seremos testigos de acontecimientos mágicos y peligrosos que están narrados de la mejor de las maneras, y además este personaje también crece. Venga, un spoiler pequeñito: a mi juicio, una de las mejores escenas del libro es su conflicto moral cuando se convierte en dueño de Teia y se plantea muy seriamente si hacer uso de sus derechos. Dios, no son más que un par de páginas, pero es una situación tan real que suma muchísimos puntos a favor de Weeks y lo afianza como un gran autor de fantasía realista. 
En la novela anterior ensalzaba la figura de Karris Roble Blanco como uno de los mejores personajes femeninos que había visto, y si bien en esta novela pierde un poco de protagonismo (algo que en un principio me cabreó como una mona), tengo que decir que Weeks suple su ausencia a las mil maravillas. Brent Weeks es uno de los autores más feministas (en lo que a fantasía se refiere) que he tenido el placer de leer. Sus personajes femeninos están tan bien construidos como los masculinos, nada de clichés o estereotipos de pechos grandes que solo actúan como intereses románticos. Las mujeres que nos presenta en sus novelas le dan mil patadas a cualquier héroe de fantasía clásica, y desde luego a cualquier heroína de novela juvenil del momento. Solamente por leer el capítulo en el que las mujeres de la Guardia Negra hablan acerca de sí mismas, ya vale la pena leer el libro entero. Gracias, de verdad, muchísimas gracias Brent Weeks por tus personajes femeninos. Casi parecen personas, y todo (por favor, notad la ironía aquí, estoy MUY harta de encontrarme a pusilánimes bordes que van de fuertes y luego pierden la cabeza al ver al musculitos de turno). 

La historia está narrada en capítulos bastante cortos, cada uno de ellos contado desde el punto de vista de un personaje distinto, lo que dota a la lectura de un ritmo rápido y agradable. Además, tiene el punto extra de que podemos ver una misma escena desde diferentes ángulos, haciendo que sea mucho más completa y manteniendo así la acción durante un tiempo más largo pero sin hacer que resulte pesada. Por supuesto, cada personaje tiene voz propia, así que no será lo mismo ni mucho menos leer una escena contada por Kip, en las que tendremos mayores dosis de humor, que por Liv, narradas con más frialdad debido al uso del supervioleta. 
Ahora que hablamos de Liv, diré que es un personaje al que cada día soporto menos, pero es innegable que es todo un acierto incluirla en la novela. Nos sirve para explorar una parte del conflicto muy necesaria: la de "los malos", por llamarlos de algún modo. Con Liv seremos testigos de lo que ocurre bajo el mando del Príncipe de los Colores, rival de Gavin y la Cromería y que en una novela clásica sería un déspota cruel y malvado que solo busca el caos. Pero de eso nada. Creo que ya ha quedado bastante claro que esto de novela clásica tiene bien poquito. Comprenderemos las motivaciones del enemigo, entenderemos sus razones y... maldita sea, puede que no anden tan desencaminados con sus ideas... ¿no? En cualquier caso, otro de los muchos aciertos de Weeks: humanizar al villano. 


En definitiva, si os gustó El Prisma Negro, este os gustará todavía más. Si no habéis empezado la saga, os la recomiendo encarecidamente. Entre necesarias dosis de humor, Brent Weeks desarrolla una de las mejores sagas fantásticas que he tenido la suerte de tener entre mis manos. Una trama adictiva y plagada de misterios narrada por unos personajes completos y bien esbozados. ¿Qué más se puede pedir? ¿Amor? ¡Lo tiene! Y bien contado, que tampoco es moco de pavo. ¿Peleas? ¡Las tiene! Y a puñados. ¿Magia? ¡Por supuesto! Y además muy original y colorida. ¿Por qué no lo estáis leyendo todavía? 

martes, 19 de enero de 2016

El sermón de fuego - Francesca Haigh








Título: El sermón de fuego 
Autor: Francesca Haigh 
Editorial: Minotauro 










Esta fue mi última lectura de 2015 y, al mismo tiempo, mi primer libro en este 2016. La escogí para despejarme la cabeza del final de Nacidos de la bruma antes de ponerme con otra saga potente, El Portador de la luz. Una distopía dirigida al público joven nacida pasado ya un poco el boom de este género, que ya empieza a repetirse y a aburrir a los lectores, quienes demandan historias nuevas y personajes diferentes. ¿El sermón de fuego lo consigue? 

Sinopsis oficial

Cuatrocientos años después de un apocalipsis nuclear, los humanos viven en un mundo sin tecnología donde los recién nacidos son siempre gemelos: uno de ellos es físicamente perfecto, el alfa; el otro sufre algún tipo de deformidad, el omega. Este mundo es de los alfas y los omegas viven marginados en asentamientos aislados. Sin embargo, cuando un gemelo muere, también lo hace el otro.
Precisamente por este motivo, Cassandra es confinada por orden de su hermano Zach cuando este se convierte en un destacado líder del Consejo. Su intención es garantizar su propia seguridad mientras planea un mundo en el que los omegas no puedan ser usados contra sus gemelos. Pero Cass es un tipo especial de omega: no tiene anomalías físicas, es vidente.

Siempre ha habido rumores de una resistencia omega organizada y aunque Cass desea unirse a los rebeldes, no puede evitar preguntarse qué pensarán ellos cuando descubran quién es su hermano.
¿Acaso es la única que cree que alfas y omegas pueden convivir en paz?

PISTA: cuando una sinopsis termina con una pregunta, la respuesta suele ser que sí. (Efectivamente, no me gusta que las sinopsis me hagan preguntas. Me parece un truco barato para enganchar al personal. Pero dejemos mi mala baba aparcada). 

El sermón de fuego parte de una premisa habitual para los viejos conocidos del género. Una gran catástrofe, en este caso de carácter nuclear, ha acabado con la civilización como la conocemos hoy día y ha dado lugar a una nueva sociedad compuesta por gemelos. Tal y como promete la sinopsis, uno de los gemelos, el llamado alfa, es un individuo fuerte y resistente, mientras que su hermano, el omega, porta consigo las malformaciones propias de un desastre nuclear. Los gemelos siempre son un chico y una chica, pudiendo ser deforme cualquiera de los dos. 
Los alfas desprecian a sus gemelos puesto que los consideran impuros, así que los apartan de su lado tan pronto como sea posible para evitar contaminarse, recluyéndolos en pobres aldeas donde se ven obligados a pasar hambre y otras penurias. 
Cassandra es una omega especial, ya que en lugar de física, su anomalía es de un tipo muy diferente. Ella es una vidente, una clase de omega extremadamente rara que puede pasar por alfa siempre y cuando sea capaz de mantener en secreto sus visiones. Es por ello que puede pasar más tiempo del esperado junto a su gemelo, Zach, al que quiere con todo su corazón a pesar del desprecio creciente de este, ya que es marginado que el resto de niños de su aldea por considerarlo un potencial omega oculto. 
Pero una vez sean adultos, Zach no podrá mantener muy lejos de sí a su hermana, por más que lo desease. Se ha convertido en una figura muy importante en la jerarquía alfa, y la muerte de su hermana implicaría la suya. Así que Zach mantiene prisionera a Cassandra para que nadie atente contra ella. Pero claro, nadie ha dicho que sea sencillo encerrar a un vidente. 

Antes de escribir novelas (esta es su primera incursión), Francesca Haigh se dedicaba a escribir poesía. Y llamadme loca, pero noto un cierto regusto de ello en El sermón de fuego. No necesariamente en su prosa, sino más bien en una sensación de fugacidad que invade toda su historia. De alguna manera, me he sentido como si estuviese leyendo un poema largo y sin rima alguna, puesto que nuestros protagonistas se encuentran en constante movimiento. No pasan más de dos o tres capítulos en un mismo lugar, quedando los personajes secundarios reducidos a meros figurantes que solo aparecen en tres o cuatro párrafos. En un principio, esta manera de contar su historia me gustó (al fin y al cabo ESDLA también es una historia de viajes), pero de cara al final comenzó a cansarme, especialmente porque el clímax final ocurre demasiado deprisa y la autora no deja el tiempo necesario para poder saborearlo. 

Ya que hablamos del final de la novela, diré que, además de apresurado, es bastante predecible. Lo que podríamos llamar "la gran revelación" se intuye desde la mitad del libro, por lo que no tengo claro si este clímax apresurado que os acabo de mencionar es una falta de saber hacer o en realidad fue intencionado, es decir, la propia autora sabía que aquello de "gran revelación" no tenía nada y se lo quitó de encima lo antes posible. Cualquiera que sea la respuesta, debo decir que el final de la historia es un poco decepcionante y deja un ligero sabor amargo en los labios. 

Ya os he comentado que, durante la mayor parte de las páginas, los protagonistas se encuentran en constante movimiento. Cabría la pena esperar unas detalladas y bellas descripciones de los muchos parajes que visitan... pero lo cierto es que esto no ocurre. Francesca Haigh no pierde mucho tiempo en descripciones, ni en las de los escenarios ni en las de sus personajes, usa cuatro palabras para que el lector se haga su imagen mental pero deberá rellenar los huecos por su cuenta. Esto no es necesariamente malo si os gustan las descripciones escuetas porque el exceso de letra os parece soporífero, pero personalmente creo que algunas de las escenas habrían ganado mucha intensidad con simplemente un par de líneas más para crear ambiente. Además de frugal, Haigh también peca de fugaz. 

Todas las energías que Haigh no invierte en describir el entorno, las dedica a construir su sociedad distópica, que ha decidido levantar en torno a una premisa bastante original: todos sus componentes son gemelos, fruto de una catástrofe nuclear que, al mismo tiempo, es responsable de que uno de ellos presente deformidades. Si bien estoy bastante cansada de catástrofes que dan lugar a mundos bastante, vamos a reconocerlo, absurdos, en este caso no se puede decir que la autora no haya querido aportar un elemento novedoso. Pero la historia sigue el esquema clásico de opresión-rebelión; con gemelos, eso sí. 

Y vamos por último con la protagonista. Cassandra me ha parecido un personaje un tanto estereotipado, la heroína que últimamente vemos en cada libro juvenil que encontramos por ahí, con la salvedad de que es un poco más mayor de lo habitual: en lugar de 16 años, tiene unos 24. Cass es una chica bastante apocada, quizá comprensible debido al gran secreto que ha tenido que ocultar durante su infancia, pero a mí se me ha antojado sosa y he sido incapaz de empatizar con ella y mucho menos identificarme con su persona. Las andanzas de Cassandra me daban un poco igual, la verdad. 

Pero la autora supera con creces sin falta con el que a mi entender es el mejor personaje de la novela: Zach, el gemelo alfa. A diferencia de su hermana, poco merecedora de protagonizar nada, Zach es un personaje muy bien construido y con un mundo interior oscuro y fascinante. La evolución de este personaje a lo largo de la novela, contada desde la perspectiva de Cass, es sin duda lo mejor de la historia. Zach sufrió el desprecio del resto de niños y de sus propios padres por el secreto de su hermana, lo que le ha llevado a desarrollar un fuerte odio hacia todos los omegas, incluyendo a su propia gemela, aunque todavía sigue queriéndola por más que le pese, según podemos apreciar en algunos gestos del personaje. El Zach adulto es una persona profundamente trastornada, Francesca Haigh sabe transmitir el estrés, el miedo y la preocupación que lo acechan y muestra sus efectos sobre su apariencia física. He lamentado profundamente no haber podido leer ningún capítulo desde la perspectiva de Zach, creo que habría enriquecido muchísimo a la historia y que habría hecho que mi opinión sobre ella cambiase a mejor. 

Entonces, en conclusión, ¿es El sermón de fuego un mal libro? No, en absoluto. Es una distopía que busca incorporar elementos novedosos que la distingan del resto y cumple su función de entretener. La falta de profundidad de la autora puede ser perfectamente debida a su pasado como poeta, y no me cabe duda de que sabrá pulirlo en libros posteriores hasta dar con su estilo. Es cierto que la parte final pierde bastante con respecto a la primera mitad del libro, pero aún así no es una mala novela. Así que, si estáis buscando una distopía en la que la trama y la sociedad futura no sean solamente el telón de fondo de una empalagosa historia de amor que nos han contado una y mil veces, os recomiendo que le deis una oportunidad a El sermón de fuego